Mundo Caracol

miércoles, junio 27, 2007

27-III-07 Estambul


“Son las 11 menos 10” Así nos levantamos el martes, teníamos pensado levantarnos algo más tarde que el resto de días, pero no tanto, así que como nos habíamos quedado sin desayuno decidimos ir a buscar un Día pero después de 15 minutos buscándolo decidimos caminar hacia Santa Sofía y tomarnos un café en el Starbucks que el día anterior nos gustó, allí nos encontramos con otro trío de psicólogos que nos dijo que no nos perderíamos nada si no veíamos Santa Sofía y que mucho más bonita la Mezquita Azul, decidimos entonces que visita rápida para tener más tiempo para ir a Gran Bazar después del Bazar de las Especies. Ya son las 13:20 y no hemos visto nada, de camino a Santa Sofía nos encontramos con “las chonis” esas que de vez en cuando nos robaban a Javi (nuestro macho), y nos dijeron que era preciosa y que merecía la pena entrar, sin fiarnos demasiado decidimos hacerles caso, a partir de este momento al que decidimos no hacer caso fue al trucha. Entramos (no sin antes pagar otros 10 “yantales”) y nos quedamos impresionados mirando hacia cualquier lado, en especial la cúpula, de 56 metros de alto (aprox) que a pesar de tener un andamio seguía siendo impresionante, los medallones en cada esquina, las columnas… Santa Sofía fue mandada construir en el S.VI por Justiniano, para dotar a la capital de una iglesia, está inspirada en el Panteón, la enorme cúpula se apoya sobre una media cúpula y ésta a su vez en cuartos de cúpula, con la llegada de los turcos de convirtió en mezquita, añadieron 4 minaretes y arrancaron los mosaicos. Hoy en día sólo es museo.
Para ir al bazar de las especies decidimos coger el tranvía para ahorrar tiempo y con quién nos encontramos? Con los púberes!!alegría para el cuerpo y decepción cuando ellos suben y nosotros nos quedamos fuera… Al lado del bazar hay una mezquita, no muy grande pero muy bonita, es la Yeni (en turco significa nueva) decidimos entrar pero después de haberle comprado Sucam a mi madre. Para entrar en la Yeni tuvimos que cruzar un campo de palomas que infestaban las escaleras de entrada, un amago de salir volando y se acabó el peligro.
Una vez en el Gran Bazar, nuestro siguiente destino, hicimos un amago de seguir un orden, como en los supermercados, pasillo a pasillo…imposible, un agobio, no había demasiada gente, pero pasillos de puestos por todas partes y donde siempre había lo mismo y los turcos que te llamaban para que entraras y compraras en sus tiendas. Laura se compró unas zapas (después de media hora) en un sitio donde había un niño, medio monada pero feo feo, tan feo que era muy gracioso, era como su padre pero midiendo menos de un metro, luego nos encontramos con los amigos de Javi de primero y ahí le volvimos a perder. Laura y yo compramos un par de regalitos y volvimos, nos perdimos un poco pero en cuanto supimos salir a la calle de siempre volvimos en un pliki.
Todo esto sin parar a comer así que llegamos a la cena con unas ansias locas, por la noche, maleteo y a la cama que al día siguiente se madrugaba.