Mundo Caracol

lunes, diciembre 11, 2006

Ángel de la guarda

Salí del metro de Ciudad Universitaria y en al otro lado de la calle vi mi autobús, el semáforo estaba en rojo y perderlo significaba quedarme entre 15 y 20 minutos de pie, o sentada en un banco de piedra congelado, soportando el frío de las 8:30 de una mañana de invierno y llegar tarde a clase. Así que mi ansia y yo fuimos al paso de cebra, buscando la primera fila y con la mirada fija en el rojo autobús que en lugar de número lleva una vocal.
De pronto alguien me agarró de la mochila y tiró de mi, en ese momento vi cómo pasaba por delante de mí un autobús cargado de gente (autobus que tampoco lleva número sino una consonante) miré hacia los lados y hacia atrás buscando una mirada que me indicara quién habría podido ser pero lo único que encontré fueron miradas perdidas.
No se lo pude agradecer en su momento y no creo que lea esto nunca, aún así, desde aquí: gracias.